Crítica: La muestra de Yoko Ono en Londres

Era justo y necesario visitar la exposición «Yoko Ono, la música de la mente«, que desde febrero hasta septiembre del 2024 se presenta en el museo londinense Tate Modern. Si bien el precio de las entradas, como todo lo demás, es sumamente alto, tuve la suerte de que mi profesor de inglés tiene una suscripción anual que le da acceso a todas las exhibiciones privadas junto a un acompañante. Así que ese fue mi pase para explorar la producción artística de esta mujer, más conocida como la pareja de John Lennon.

A sus 91 años, Yoko Ono presenta un recorrido por su producción artística a lo largo de su vida. Se trata, por tanto, de una celebración de su talento en una de las capitales más importantes del mundo.

El talento y la originalidad de esta artista seguramente se encuentran en los inicios de su carrera, cuando en los años 60 y 70, la generación beat comenzaba a tomar protagonismo en la sociedad con el movimiento hippie de paz y amor libre, protestando contra la guerra de Vietnam.

En esa época, llegó a Estados Unidos una joven artista japonesa que se sumó al arte visual y conceptual, rompiendo los esquemas conocidos hasta entonces. La música psicodélica, la materialización de la rabia y la libertad plasmadas en lienzos, pedazos de papel u objetos, estimularon e hicieron pensar a las nuevas generaciones que algo nuevo estaba naciendo y que el mundo podía cambiar. La exhibición de la obra de Yoko Ono es un reflejo de esa época, que al observarla hoy, simplemente la vemos como objetos de museo que tuvieron su razón de ser, pero que no funcionaron.

Muchos artistas performáticos de la década de los 70 evolucionaron y lograron comunicarse con su música, instalaciones, esculturas o pinturas; continuaron dialogando y cuestionando a una sociedad que comenzaba a cambiar vertiginosamente.

Sin embargo, Yoko Ono se quedó anclada en esa década hippie que hoy observamos con nostalgia. La muestra de su «opera omnia» es una constatación de que ella y su arte no evolucionaron, sino que durante todos estos años, su música, sus instalaciones o intervenciones quedaron suspendidas en el tiempo y que la artista vivió de los méritos del pasado. Quizás el crédito más valorado fue el haber sido la pareja de John Lennon, ya que eso es lo que la mayoría de la gente sabe de ella, y al visitar y conocer su propuesta artística, es fácil entender por qué.

Hay personas que viven solo del pasado, aunque lo lamentable es que sus seguidores sigan aferrados a un movimiento que duró lo que una flor puesta en la oreja de una chiquilla de pelo suelto y, lo peor, ya nadie se acuerda de ello.

Mi profesor de inglés, que vivió la euforia de esos años, me dijo: «cuando yo intentaba convencer a mi padre de la importancia del nuevo movimiento artístico, él me respondía: «Tal vez no lo entiendo, pero tengo muy claro lo que me gusta y lo que no»». Pues me queda claro que merecía la pena visitar la muestra de Yoko Ono, pero no me ha gustado.

Ariel BERAMENDI

Un visitante toma fotos de la muestra – Créditos A.B.

El video muestra la exhibición de Yoko Ono en el «Museum of Modern Art» en el 2010.

This was filmed at the Museum of Modern Art.